CHRIS CUNNINGHAM
Durante años la industria del videoclip se ha considerado como un género menor dentro del audiovisual, un espacio entre la publicidad y el videoarte que la mayoría de veces sólo servía para el lucimiento de los cantantes y la pura comercialización de la música. A medida que avanzaba la técnica y los medios, los videoclips se volvían cada vez más repetitivos, prácticamente clónicos ya fueran de Spice Girls o Backstreet Boys, en todos veíamos las mismas coreografías, los mismos planos y efectos, en definitiva, trabajos más propios de una cadena de montaje que de un artista. Sin embargo, ante la conformidad y el gregarismo monopolizante de cadenas como MTV, la década de los noventa trajo con sí una reformulación de las bases del videoclip. Éstos se empiezan a considerar como género selecto dentro del audiovisual, y muchos son los realizadores que han culminado éste campo para saltar a la pantalla grande como Ridley Scott o más recientemente Spike Jonze. Y de entre todos éstos cabe destacar una figura que con apenas una docena de trabajos musicales y publicitarios ha rendido el mundo a sus pies: Chris Cunningham. Frases como "la figura más revolucionaria e innovadora en la historia de los vídeos musicales" o "el mejor realizador de videoclips de todos los tiempos" llenan página y páginas de revistas especializadas en el tema. Homenajes, monográficos, restrospectivas y sesiones en los festivales infográficos y artísticos más prestigiosos, así como un gran número de premios dentro y fuera del ámbito del videoclip han hecho que se lo considere modelo de referencia por el uso que ha hecho de la combinación entre tecnología y artesanía: una obra maestra detrás de otra. Y durante todos estos años, principalmente entre el 93 y 94, Mr. Cunningham empezó a tomar ácido y dejar volar su imaginación. En sus palabras: Las drogas pueden ser sensitivas pero también pueden volverte paranoico. .
Durante años la industria del videoclip se ha considerado como un género menor dentro del audiovisual, un espacio entre la publicidad y el videoarte que la mayoría de veces sólo servía para el lucimiento de los cantantes y la pura comercialización de la música. A medida que avanzaba la técnica y los medios, los videoclips se volvían cada vez más repetitivos, prácticamente clónicos ya fueran de Spice Girls o Backstreet Boys, en todos veíamos las mismas coreografías, los mismos planos y efectos, en definitiva, trabajos más propios de una cadena de montaje que de un artista. Sin embargo, ante la conformidad y el gregarismo monopolizante de cadenas como MTV, la década de los noventa trajo con sí una reformulación de las bases del videoclip. Éstos se empiezan a considerar como género selecto dentro del audiovisual, y muchos son los realizadores que han culminado éste campo para saltar a la pantalla grande como Ridley Scott o más recientemente Spike Jonze. Y de entre todos éstos cabe destacar una figura que con apenas una docena de trabajos musicales y publicitarios ha rendido el mundo a sus pies: Chris Cunningham. Frases como "la figura más revolucionaria e innovadora en la historia de los vídeos musicales" o "el mejor realizador de videoclips de todos los tiempos" llenan página y páginas de revistas especializadas en el tema. Homenajes, monográficos, restrospectivas y sesiones en los festivales infográficos y artísticos más prestigiosos, así como un gran número de premios dentro y fuera del ámbito del videoclip han hecho que se lo considere modelo de referencia por el uso que ha hecho de la combinación entre tecnología y artesanía: una obra maestra detrás de otra. Y durante todos estos años, principalmente entre el 93 y 94, Mr. Cunningham empezó a tomar ácido y dejar volar su imaginación. En sus palabras: Las drogas pueden ser sensitivas pero también pueden volverte paranoico. .