NICK LOWE
El cantante y productor británico Nick Lowe (Surrey, 1949) se dio a conocer como uno de los adalides de la new wave. Incluso, uno de sus títulos sirvió como lema del movimiento: Pop puro para la gente de ahora.
Pero han pasado 30 años y Lowe factura ahora música más reflexiva: At my age (Proper/ Dock) es su atractivo último trabajo, una colección de canciones adultas, con ciertos modismos country. Sin embargo, no ha perdido el filo: allí está I trained her to love me, pieza acusada de misoginia por su retrato de un personaje cruel que se dedica a seducir (y abandonar) mujeres inocentes.
Una de esas polémicas-en-una-taza-de-té que generan los zelotes del pensamiento políticamente correcto: "Debo señalar lo obvio, que un compositor no habla por la boca de sus canciones.
Al menos, yo no soy de esos que transfieren su vida a sus discos. De hecho, estoy feliz con mi pareja y tenemos un niño de tres años. Por lo tanto, me alegra encontrar en mis conciertos a mujeres que aplauden especialmente ese tema: saben a que tipo de bastardos me refiero". Lowe pertenece a una generación de cantantes-compositores británicos que prosperaron en los excitantes años siguientes a la erupción del punk rock: "Sí, me identifico con Graham Parker o Elvis Costello. Produje a Elvis y seguimos siendo amigos, aunque todavía me intimida su capacidad de generar canciones y proyectos.
¿Joe Jackson? Era poco sociable, aunque posee una diversidad admirable. Lo que queríamos era crecer artísticamente, no convertirnos en cantantes dependientes de los dos o tres éxitos que lograron cuando eran jóvenes.
Yo tengo esos éxitos y podría vivir cómodamente con los derechos de (What's so funny bout) peace, love and understanding, que salió en la banda sonora de El guardaespaldas, pero me abochornaría no haber desarrollado mi pequeño potencial". Como sus compañeros, también Nick Lowe probó a instalarse en Estados Unidos: lo hizo en Nashville y a lo grande, tras casarse con Carlene Carter, hijastra de Johnny Cash. "Pensé que llegaba al paraíso de los compositores de canciones pero me encontré con que era una industria basada en la repetición de tópicos.
En Nashville hay una increíble concentración de talento... atado de pies y manos. No se entiende que un artista haga rockabilly, soul y country en el mismo disco, si se lo pide el cuerpo. Las emisoras están formateadas de tal manera que tienes que dedicarte a una sola cosa", comenta el músico británico.
Lowe no es de esos: "Me cuesta mucho grabar, necesito estar muy motivado. A veces, debo empezar con canciones ajenas, como un ejercicio de calentamiento". También requiere músicos inspirados a su lado, subordinados con capacidad de liderazgo: "Es cierto, me ayuda tener teclistas que cantan. Por ejemplo, trabajé con Paul Carrack antes de que triunfara. Y ahora cuento con Geraint Watkins, que podría llegar a ser un Paolo Conte británico".
En At my age aparecen amistades como Chrissie Hynde, aunque Lowe está más orgulloso de la presencia del trombonista Chris Barber: "Sí, es el Chris Barber de siempre, que ha tocado con todos los grandes del jazz y el blues. Debe tener 80 años y todavía se entusiasma cuando le llaman para grabar o para actuar en el continente.
Es un modelo viviente de lo que yo quiero hacer: seguir tocando mientras pueda, olvidar la edad de jubilación. Limitar el rock a una edad me parece un desperdicio". Sólo que el actual Nick Lowe ya no es el monstruo devorador de alcohol y estimulantes que retrata el periodista Allan Jones, en sus habituales evocaciones en la revista Uncut: "Parece broma pero no recuerdo la mayoría de las situaciones que cuenta Allan". Lowe tocó ayer por la noche en la sala La Riviera de Madrid y hoy lo hará en el Greenspace valenciano. "Interpreto material de todas mis épocas musicales, los éxitos y los caprichos.
Hay pocos casos de canciones que me avergüencen: I love the sound of breaking glass no está entre mis favoritas". Pocos artistas pueden presumir de tener el mismo manager (el temible Jake Riviera, cofundador del sello Stiff Records) desde hace cuarenta años. "Él suele decir que somos comos los Aston Martin. Un coche no apto para todos pero un reconocido producto de calidad, que hace felices a los que pueden conducirlo".
DIEGO A. MANRIQUE