sábado, 28 de agosto de 2010

LP MILES DAVIS "BITCHES BREW" 1970



BRITCHES BREW




Este año se cumple el 40º aniversario de la publicación del disco más influyente dentro de la fusión jazzística, 'Bitches Brew' (Columbia-Sony, 1970), en el que Miles Davis intelectualizó el lenguaje del rock.

La conmemoración tendrá merecida celebración a finales de agosto, cuando se comercialice una edición especial de aquel breviario discográfico que sigue ocupando las mesillas de todos los aficionados.

'Lo que más me interesa es el ritmo entrecortado, las melodías potentes y el sonido suave del piano', dijo el trompetista'Bitches Brew: 40th Anniversary Collector’s Edition' contiene dos CD´s con los 94 minutos del disco original y seis bonus tracks, y un tercero inédito que ofrece un concierto de Miles Davis y su grupo -Keith Jarrett, Chick Corea, Dave Holland, Jack DeJohnette, Airto Moreira y Gary Bartz-, realizado en Tanglewood en agosto de 1970.

También incluye un DVD inédito con otro concierto adicional de Miles y sus muchachos filmado en Copenhague en noviembre de 1069.
Y todavía más: un Lp de vinilo de 180 gramos, réplica del álbum original masterizado de las dos pistas analógicas originales. Todo ello acompañado de las sabrosas y rigurosas notas explicativas que firma el escritor y ensayista Greg Tate en un libreto de 48 páginas.

En aquel momento nadie supo cómo definir aquella nueva expresión jazzística, hasta el punto de ser acusada de fraude, caso del comentario que entonces realizó el crítico Stanley Crouch: "El mejor traidor de la historia del jazz".
Influencias hoy, queda claro, aquella aventura abrió unas puertas creativas que todavía nadie ha logrado cerrar.
Grabado en 1969, aunque comercializado en abril de 1970, 'Bitches Brew' fue la culminación de todas esas ideas que le trompetista venía madurando desde hacía algún tiempo, y que tenían que ver con su obsesión por romper con el pasado y crecer en dirección al futuro.

De hecho el álbum tuvo serios precedentes en el empleo de teclados eléctricos y ritmos rockeros en registros igualmente visionarios como 'Miles in the Sky' o 'In a silent Way'.
La influencia de iconos rockeros como Jimi Hendrix o Sly Stone; su romance con esa 'pantera negra' intelectual que fue Betty 'Davis' Mabry; el eco social y reivindicativo de los convulsos años 60; la pujanza de los instrumentos eléctricos y su efecto sobre la juventud...

Todas estas circunstancias tuvieron justo reflejo en 'Bitches Brew', también, y de manera especial, la relación de Miles y el boxeo, subrayada por uno de sus colaboradores de entonces, el saxofonista Dave Liebman: "Su forma de tocar te llevaba al lenguaje de las fintas, las pegadas, la velocidad...

En su música la última nota lo es todo". El trompetista lo contó a su manera: "Lo que más me interesa es el ritmo entrecortado, las melodías potentes y el sonido suave del piano".

En 'Bitches Brew' Miles cambió su método de trabajo, despreocupándose de las armonías y centrándose en crear los espacios necesarios para la improvisación individual y colectiva. También lo explicó a su manera: "Las sesiones de grabación fueron un proceso del desarrollo creativo, una composición viva".

El tema más interesante y revelador es el genérico 'Bitches Brew' de cerca de 27 minutos, con dos baterías y dos contrabajistas -dos tríos, vaya-, con el mismo planteamiento que acaba de hacer el saxofonista Joshua Redman este verano a su paso por el Festival de Jazz de Vitoria-Gasteiz.

El tema lo habían ensayado la noche anterior y fue el primero en grabarse, con lo que ilustra claramente la libertad creativa que rodeó a todo el disco. Todas las composiciones duran más de 10 minutos, excepto la pieza John McLaughlin, que dura poco más de cuatro minutos, y llevan la firma del propio Miles, a excepción de "Pharaoh´s Dance", de Joe Zawinul, Feio, de Wayne Shorte, y Sanctuary, repartida entre Davis y Shorter.

La nómina de colaboradores participantes en el registro también deja a las claras su altura musical. Además de los ya mencionados, allí estaban los talentos de Bennie Maupin (clarinete bajo), Joe Zawinul (piano eléctrico), Larry Young (órgano) John McLaughlin (guitarra), Harvey Brooks (bajo eléctrico), Lenny White (batería) y Don Alias (congas).

Y Teo Macero en la producción… Ahí es nada. Los vídeos que aquí se muestran son un claro espejo donde se reconoce la verdad jazzística moderna y... la del mañana.
Una imagen vale más que mil palabras, suele decirse, y en este caso sólo a través de estas imágenes se puede intuir la energía creativa de 'Bitches Brew', una obra que sigue teniendo justo eco en nuestras vidas.







BRITCHES BREW
El jazz ha sido siempre una música de fusión.
Desde sus inicios a fines del siglo XIX, el jazz se desarrolla y evoluciona sin mayores pretensiones mezclando con gran facilidad la música popular norte-americana, el son cubano, la samba brasilero, el tango argentino, entre otros géneros.
En su enfoque contemporáneo, el jazz mantiene las huellas que dejaron estos estilos. Sin embargo, el concepto de fusión en el jazz se torna más evidente y relevante hacia fines de la década de los años 60 y especialmente por Miles Davis y su obra Bitches Brew.

Este álbum es el resultado de la combinación de ideas que venía forjando de años y de una abrupta ruptura con su pasado. Davis ya había usado teclados eléctricos y guitarras y ritmos rockeros como también post producciones en el estudio. (In a Silent Way y Filles de Kilimanjaro).

En Bitches Brew usa todos estos elementos y crea un álbum de improvisaciones.
En vez de preocuparse de crear armonías sofisticadas o experimentos estructurales, Miles enfoca la obra en simples melodías sobre repetitivos e hipnóticos acompañamientos rítmicos.
En su autobiografía Miles relata: "Yo conducía, como un director de orquesta, cuando empezamos a tocar, y escribía un trozo de música para alguien o le indicaba que tocara cosas diferentes que yo oía mientras la música crecía y se transformaba.
Las sesiones de grabación fueron un proceso del desarrollo creativo, una composición viva.
Como una fuga, o un motif, al que todos reaccionábamos.

Después que llegaba hasta cierto punto, le pedía a un músico que tocara algo diferente". Una jam session magistral.
El surco más interesante es Bitches Brew dura 26 minutos – es un resumen del disco.
Dos baterías y dos contrabajistas marcan un ritmo concentrado, dándole espacio a Miles para que cree un solo maravilloso.
El tema lo habían ensayado la noche anterior y fue el primero en grabarse. Ilustra la manera en que Davis dirige e influencia a los músicos mientras improvisan.
Un ejemplo ocurre en el séptimo minuto.

El grupo aparentemente ha perdido el hilo de la improvisación y está a punto de fracasar. Miles dice: "Keep it like that!", segundos después, cuando el tema recobra brío, se dirige a McLaughlin : "John!", éste se hace cargo y el tema resucita.

En Bitches Brew hubo un brillante e innovador trabajo de post-producción; obra de Teo Macero quien, junto a Miles, pero más veces por si solo, escogió las tomas, las editó y creó de todo eso el producto final. Usó cámaras de eco, reverberación y "loops" o repeticiones para alargar ciertos trozos de cinta.

En Pharaohs's Dance de Zawinul, un tema con toques orientales y un ritmo casi inexplicable, Davis y Shorter crean un mantra jazzístico; el piano rhodes de Zawinul es lúgubre. McLaughlin y Maupin también participan en la improvisación.

Pero el surco que conocemos no tiene nada que ver con la grabación original.
Las ventas de LP durante el primer año llegaron a 400 mil copias, algo sin precedente para Davis, su álbum que más había vendido hasta entonces sólo alcanzó a vender 100 mil copias.

Algunos críticos acusaron a Davis de haberse vendido al mercado pop. Sin embargo, lo extraordinario de Bitches Brew es que Miles en ningún momento imita las tendencias del pop o del rock de la época.
Todos los surcos del LP doble original duran más de 10 minutos, excepto "John McLaughlin" con poco más de 4 minutos.
Esto eliminó las posibilidades de exposición en las radios pop. No hay arreglos, ni melodías, ni ritmos bailables, ni canciones con letras fáciles de memorizar.
Con Bitches Brew Miles agregó a su público hordas de fans del rock, pero también perdió el apoyo de sus fieles seguidores.
El nuevo vocabulario musical e instrumentación electrónica que Davis introdujo no les interesó y lo abandonaron permanentemente.

Después de casi 35 años, Bitches Brew se mantiene como una obra sólida que exige el respeto de críticos y aficionados. Se puede decir tanto de esta música, pero prefiero que hable por si sola.
He pasado muchas sesiones escuchando las distintas ediciones de Bitches Brew, y me vienen tantas imágenes e ideas mientras escucho.
Cada sesión es diferente, siempre descubro algo nuevo y fascinante.