martes, 3 de agosto de 2010

ATAHUALPA YUPANQUI

 
ATAHUALPA YUPANQUI

Atahualpa Yupanqui, seudónimo de Héctor Roberto Chavero Aramburo (Pergamino, 31 de enero de 1908 – Nimes, 23 de mayo de 1992) fue un cantautor, guitarrista y escritor argentino.

Se le considera el más importante músico argentino de folklore. Sus composiciones han sido cantadas por reconocidos intérpretes, como Mercedes Sosa, Los Chalchaleros, Horacio Guarany, Jorge Cafrune, Alfredo Zitarrosa, José Larralde, Víctor Jara, Ángel Parra, Jairo, Andrés Calamaro, Divididos y Marie Laforêt, entre muchos otros, y siguen formando parte del repertorio de innumerables artistas, en Argentina y en distintas partes del mundo.

 
Atahualpa Yupanqui, seudónimo de Héctor Roberto Chavero (Pergamino, Argentina; 22 de enero de 1908 - París, Francia; 23 de mayo de 1992) fue un cantautor, guitarrista y escritor argentino.


Se le considera el más importante músico argentino de folclore.
Sus composiciones han sido cantadas por reconocidos intérpretes, como Horacio Guarany, Jorge Cafrune, Alfredo Zitarrosa, José Larralde y Mercedes Sosa, entre muchos otros, y siguen formando parte del repertorio de innumerables artistas, en Argentina y en distintas partes del mundo.


Héctor Roberto Chavero Aramburo nació en la provincia de Buenos Aires, un día lluvioso de enero de 1908, en el paraje conocido como Campo de la Cruz, y fue registrado en Pergamino, ciudad distante a 30 km de allí, 88 km al norte de Junín y 224 km al noroeste de la ciudad de Buenos Aires.


Su padre era originario de la provincia de Santiago del Estero ( Loreto), situada unos 800 km al norte, y tenía sangre quechua. Su madre era vasca.
Los primeros años de su infancia los pasó en Roca, pueblo de su provincia natal, donde su padre trabajaba en el ferrocarril.


Allí sus días transcurren entre los asombros y revelaciones que le brinda la vida rural y el maravilloso descubrimiento del mundo de la música, al que se acerca a través del canto de los paisanos y el sonido de sus guitarras: «(…) mientras a lo largo de los campos se extendía la sombra del crepúsculo, las guitarras de la pampa comenzaban su antigua brujería, tejiendo una red de emociones y recuerdos con asuntos inolvidables.